¿Que fue de los amigos, de los "te quiero", del amor imperecedero; o al menos, la ilusión del fin lejano, casi inexistente? Bajo metros de la tierra revuelta que es la monotonía yace el cadáver de
Y en una esquina, sepultada bajos cientos de labios resecos de tanto decir “lo siento” o “perdóname”, se convulsiona en agonía la creencia de que existe alguien especial; ajeno a la mediocridad de aquellos que solo tienen la mente apolillada de venerarse a si mismos, y el cuello atrofiado de tanto mirar por encima del hombro.
Estoy solo, solo frente a un triste reflejo, la sombra burlona de lo que pudo ser y no fue, de lo que fue y termino. De lo que jamás será… de lo que ni siquiera empezó.
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